La ONU y los jóvenes, contra la corrupción
Lema del 9 de diciembre: 'Uniéndose con los jóvenes contra la corrupción: dando forma a la integridad del mañana'
El lunes, 9 de diciembre, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) celebró el Día Internacional contra la Corrupción con el lema Uniéndose con los jóvenes contra la corrupción: dando forma a la integridad del mañana. Para la campaña 2024-2025 se ha puesto el foco en el papel que desempeñan los jóvenes guardianes de la integridad como defensores, creando conciencia sobre la corrupción y sus impactos en sus comunidades. Participarán activamente en los debates, compartirán sus experiencias y propondrán soluciones innovadoras para combatir la corrupción. La campaña amplificará las voces de los líderes íntegros del mañana, permitiéndoles expresar sus preocupaciones y aspiraciones, con la esperanza de que sus llamamientos sean escuchados y se actúe en consecuencia. Construir un mundo justo y un planeta sostenible solo es posible si la corrupción no se interpone en el camino. Unidos, podemos combatir la corrupción.
Unos meses antes, en julio de 2024, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) lanzó un concurso internacional de redacción de ensayos a través de su iniciativa Global Resource for Anti-Corruption Education and Youth Empowerment (GRACE). El concurso invitó a jóvenes de todo el mundo a compartir cómo la corrupción afecta sus vidas, familias y comunidades, así como cómo la sociedad civil en sus países o comunidades trabaja para prevenir y combatir la corrupción. Después de revisar un total de 1.331 ensayos presentados de más de 100 países, la iniciativa GRACE seleccionó a 26 ganadores, que representan a 21 países de todas las regiones del mundo.
En Sueldos Públicos hemos rescatado y traducido el texto de Pablo Pérez López. La versión original de este y otros artículos se puede consultar en este enlace.
Conocimiento Contextual
La corrupción es el cáncer de las instituciones de un país. Una vez que aparece, se propaga rápidamente como un fuego en un bosque seco, consumiéndolo todo a su paso antes de que alguien pueda reaccionar. Socava el estado de derecho, debilita los organismos públicos y erosiona la confianza de la ciudadanía en ellos.
Creo en dos formas complementarias de erradicar la corrupción en el país. La primera, la más suave pero también la más difícil de implementar (por el tiempo que requiere para arraigarse en los ciudadanos), es la concienciación en la sociedad: un juicio moral social de que la corrupción es un acto deplorable y problemático que debe señalarse. La otra solución es que la clase política imponga sanciones severas para este problema apremiante, y si no lo hace (si es una fuente de corrupción en su totalidad), que las asociaciones civiles y organizaciones denuncien la falta de justicia.
Dada esta breve introducción, me referiré a mi país. Aunque se sabe que los países en desarrollo son más propensos a la corrupción (debido a la fragilidad de sus instituciones), los países desarrollados no tienen nada que envidiarles, ya que un mayor desarrollo económico no siempre va acompañado de una menor tasa de corrupción. Un claro ejemplo de esto es mi país, España.
En los últimos años, mi país ha visto un declive en la confianza de la sociedad en la justicia, así como en sus instituciones. Esto se debe a varias razones:
Falta de ética por parte de la clase política: España ha experimentado una falta de moral por parte de la clase política. Parece que lo único que desean es mantenerse en el poder. Como este es su objetivo más deseado, manipulan a la población a su antojo, llegando a hacer actos inimaginables para lograrlo. No buscan el beneficio de la sociedad, sino su propio interés.
Desinterés, falta de participación y polarización de los implicados políticamente: Cada vez menos españoles están interesados en la política. El turnismo político (entre las dos principales ideologías) se ha convertido en la rutina política del país. La inacción de ambos partidos respecto a los problemas reales de la sociedad ha llevado a la indiferencia de gran parte de la sociedad hacia la vida política. Esto se ha agravado con la polarización de quienes optaron por principios específicos (independientemente de su ideología). La falta de pensamiento crítico ha llevado, lamentablemente, a estos últimos a confiar ciegamente en su mesías. En caso de un escándalo de corrupción, defenderán con uñas y dientes la inocencia de sus ídolos políticos. Mientras tanto, los grupos apolíticos asumen que es una realidad inherente a la política, por lo que no la combaten.
Falta de transparencia en los contratos públicos y subsidios (nepotismo): El corrupto no quiere que se conozcan sus acciones. Por eso intentan, por todos los medios, evitar que salgan a la luz. Si la sociedad no sabe, no puede señalar. Si no hay transparencia en los movimientos financieros del sector público al privado y viceversa, no se puede reclamar un estado completamente transparente. Este sigue siendo un tema pendiente que debe abordarse en España.
La falta de igualdad ante la ley: Para que haya menos corrupción, esta debe, al menos, ser procesada. La rendición de cuentas debería ser una obligación para cualquier ciudadano de una nación, independientemente de su estatus social. En mi país se puede notar que este no siempre es el caso. Más de una vez ha habido una interpretación laxa de la ley en beneficio propio.
España aún tiene un largo camino por recorrer en la lucha contra la corrupción. Deben eliminarse las lagunas legales y el amiguismo político; la igualdad ante la ley debe ser estrictamente aplicada; y la transparencia debe ser uno de los pilares fundamentales a defender.
Experiencia Personal
Aunque España no es, de ninguna manera, uno de los países más corruptos del mundo, debemos defender lo que hemos logrado hasta ahora y seguir luchando contra la corrupción que aún persiste hoy en día. En mi país, algunas personas esperan ansiosamente que caiga un subsidio del cielo. Se acercan al poder político con la esperanza de beneficiarse. Es casi cultural.
A grandes rasgos, a mi corta edad, he podido observar, con pesar, cómo la corrupción ocurre en todos los niveles de la sociedad española, desde los más bajos hasta los más altos.