¿Y si un político que cobra un sueldo público te debe dinero y no te paga?

Excusas de mal pagador. Ejemplos reales de gente que debe dinero y no paga sus deudas

¿Y si formalizaste un negocio a partes iguales y ahora se ha torcido el asunto -mala relación personal- y no quiere devolver parte del dinero que le prestaste y hay riesgo de quiebra? ¿A quién acudes?


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La primera versión de este reportaje se publicó el 23 de enero en el digital www.vice.com con el título “¿Qué tienes que hacer para que te paguen tus deudas?”


Imagina que los políticos, aunque pienses que todos cobran un dineral, han hecho inversiones fallidas, han vivido por encima de sus posibilidades, han perdido el escaño, el partido los ha marginado y no ha podido ‘colocarse’ de nuevo. Su ritmo de vida se puede derrumbar si no les respalda un negocio, su formación y experiencia laboral o una plaza fija en la Administración Pública.


Piensa que una parte de la carrera de miles de políticos en España se basa en pastar en el pesebre de lo público: una concejalía por aquí, un puesto de asesor en una diputación por allá, doy el salto al parlamento autonómico, una dirección general de rebote… Y si quieres, llegas a ministro. Y luego, la jubilación dorada en el Senado. En el PP y en el PSOE hay ejemplos clarísimos de este tipo de ‘casta’, como dicen algunos. El partido te hace de colchón, te ayuda a colocarte desde joven o te da un sueldo por tu trabajo orgánico hasta que vuelvas a tener un sueldo público. El diputado Patxi López es un ejemplo.


euro Sueldos Públicos


Pues bien, ya sean las deudas de un político o las tuyas, las de tu comercio o los créditos que ha contraído un familiar, la situación puede ser angustiosa si no se toman medidas.


Y ahora dale la vuelta a la situación. ¿Y si es un político, amigo tuyo, familiar o conocido el que te debe dinero? ¿Qué haces? ¿Y si formalizaste un negocio a partes iguales y ahora se ha torcido el asunto -mala relación personal- y no quiere devolver parte del dinero que le prestaste y hay riesgo de quiebra? ¿A quién acudes?


Los cifras de los impagos


El porcentaje de las empresas españolas que sufría impagos alcanzó el 66% en 2012. Recientemente, la cifra se ha reducido a la mitad, un 31%, según el director general en Iberinform (Crédito y Caución-Atradius), Ignacio Jiménez, quien mencionaba esta última cifra en el número de enero de la revista Emprendedores. La tasa todavía es muy alta. El Observatorio de Cash Management, del IE Business School, publicaba hace cinco años, todavía en crisis, el Tercer Estudio de la Gestión del Riesgo de Crédito en España. En un documento de nueve páginas se desgranan los datos de una encuesta realizada a 240 profesionales de nuestro país relacionados con la gestión de riesgo cliente. Pero nos interesa centrarnos en un parte del estudio: ¿cuándo se inicia el recobro de la deuda pendiente?


Según este informe, la antigüedad de la deuda es la principal enemiga de la eficacia en el recobro. ¿En qué momento un empresario o un autónomo comunica la incidencia de pago al Departamento de Recobro o a una empresa de recobro? En 2012, sólo el 26% realizaba gestiones previas de cobro antes de iniciar los procesos d recuperación. El 36% iniciaba el recobro de manera inmediata y un 31% dejaba que pasara un tiempo. Así, un 40% se esperaba solo cinco días, mientras que el 33% aplazaba la toma de una decisión hasta los 30 días.


Con todo, las crisis económicas siempre dejan en la cuneta a miles de asalariados, empresarios, familias y sueños truncados. Pero también es un tiempo nuevo de oportunidades, de repuntes de sectores que ven negocio en los problemas de los demás, con o sin escrúpulos. Y siempre hay un filón en aquellos que deben dinero y lo prestan. En este sentido, la tasa de morosidad de las entidades bancarias lleva un par de años descendiendo, pero ¿y si no le debes dinero al banco y se lo debes a un empresario, a un proveedor, a un familiar o a un amigo y no puedes o no quieres pagarle? ¿Causas?: falta de liquidez, porque hay una conflicto de por medio, porque se han portado mal contigo y no se merece ni un euro de tu bolsillo o porque te han jugado una mala pasada y abusaron de tu confianza, por ejemplo.


Excusas contabilizadas


La casuística de las excusas de mal pagador es casi infinita. Algunas llegan a rozar el humor más zafio, pero humor al fin y al cabo. Incluso hay un notario, Luis Prado Ramos, que las ha sistematizado en su blog. Hasta 19 excusas contabiliza: desde que no les ha llegado la factura, la mercancía no ha llegado, el responsable de pagos está de vacaciones, no quedan cheques en el talonario…


En el día a día, entre proveedores, facturas, albaranes y devoluciones es muy habitual argumentar cualquier motivo peregrino que ayuda a demorar el pago. Pero la práctica continua de excusas genera desconfianza y es cuando saltan todas las alarmas: Hay un impago, un descubierto y Fulanito no paga. Pasan los 30 días, los 60, incluso los 90 días y nada. Ni cheque, ni efectivo, ni transferencia bancaria, ni respuesta a los correos electrónicos, ni contesta a las llamadas. Te haces casi íntimo de la secretaria o secretario pero el jefe siempre está de viaje o reunido.


La empresa Segestión afirma en su página web que "son líderes en cobro de deudas e impagados". Están desde 1984 y tienen oficinas en siete provincias además de en Portugal. Les hemos llamado por teléfono y les hemos enviado un correo electrónico solicitando datos sobre dos cuestiones: cómo está, actualmente, el sector de las empresas de recobro en España y consejos prácticos a la hora de afrontara un impago. No hemos obtenido respuesta.


Algunos abogados de estas empresas nos cuentan los problemas que tienen para hacer efectivos esos cobros por un exceso de burocracia y los consejos que dan a la hora de enfrentarse a una situación que no es agradable para nadie: que no te paguen lo que te deben y encima te mientan y que quieran tomarte el pelo con excusas de mal pagador.


Todos tenemos en mente esas famosas empresas de morosos como El Cobrador del Frac, El Torero del Moroso, El Payaso Cobrador o El Templo del Cobro. En 2014, el programa de La Sexta 'Equipo de Investigación' dedicó un reportaje a este asunto y puso en evidencia algunas prácticas que rechazan los juristas que usan solo la vía judicial, son licenciados en Derecho, para que el cliente cobre.


El gerente de la empresa Grupo Recobro, Javier Sastre, abogado de profesión que ejerce en Valencia, asegura que "la principal excusa para no pagar es la insolvencia". Pero hay que distinguir entre la insolvencia real, que indica que la marcha de la empresa no es buena con unos cauces legales para declarar esta circunstancia, y la insolvencia irreal. Aquí es cuando entra la picaresca y la mala praxis del empresario o administrador. Lo más frecuente es "no cumplir con la obligación de presentar las cuentas anuales en el Registro Mercantil", señala Sastre. "Si no presenta cuentas, nadie conoce cómo van los números de la compañía y así se gana tiempo. La indefensión es total".


El modelo de negocio de este tipo de empresas es cobrar un porcentaje de la cantidad recuperada para el cliente que ha contratado sus servicios. Si el asunto se alarga y todo acaba en un juicio, lo indeseable, el cliente se hace cargo de las tasas judiciales.


Complicaciones para cobrar


Una de las situaciones que generan más frustración en los letrados es que, pese a ofrecer unos servicios de asesoramiento inicial gratuito, el cliente, al final, desiste por un asunto tan simple como que no puede abandonar su negocio para ir al juzgado. Sastre afirma que un demandante tan solo debe firmar ante el juzgado lo que se llama el apud acta, que significa otorgar poderes al procurador que ha puesto la demanda en su nombre. "Tienen la opción de otorgar poderes notariales, pero pueden costar hasta 70 euros y es más cómodo prefieren hacer el apud acta, que es firmar en el juzgado", subraya Sastre.


Antiguamente, había que ir al juzgado al que se interpuso la demanda, con lo que no quedaba casi otra alternativa que hacer poderes notariales, salvo que acreedor y deudor viviesen cerca, ya que de lo contrario, si el acreedor vivía en Cádiz y el deudor en Oviedo, no se iba a desplazar 900 km para firmar un papel que da inicio a la demanda. Ya no ocurre eso. Ahora se puede ir al juzgado más cercano al domicilio del acreedor.


Pues bien, dicho esto, hay varias ocasiones en las que el acreedor demandante, el que reclama la deuda, esto es, el cliente que acude a las empresas de recobro, es funcionario y no puede ir en horario de mañana al juzgado a firmar ya que trabaja y se le hace incómodo o tiene que pedir permiso a su superior. El problema es que el requerimiento del juzgado es por un plazo de cinco días.


En otras ocasiones, te encuentras con que el demandante es empresario o autónomo y te acaba diciendo que no puede dejar la empresa ni una hora para desplazarse al juzgado. El argumento es que no confía en las pocas posibilidades de cobrar y que en 60 minutos en su empresa, su tienda o su negocio gana más vendiendo. Así que las demandas terminan archivándose, no dándose inicio a las mismas. Es decir, ante pequeñas cantidades, el que no paga se sale con la suya porque los trámites judiciales hacen perder dinero al que reclama la deuda y no le compensa. Y eso, los estafadores que se dedican a dejar agujeros constantes, lo saben.


El director de Grupo Intercobros, en Gijón, Enrique Rodríguez, utiliza la vía extrajudicial con sus clientes, pero su trabajo queda alejado de las extorsiones y coacciones que, según él, "han hecho algunas empresa provocando mucho daño al sector". Rodríguez explica que su negocio no está mejor ahora que con la crisis. Ciertas firmas de dudosa reputación han desaparecido pero actualmente la situación no es boyante. "Hay mucha competencia y ahora las empresas toman más precauciones". Rodríguez hace referencia a que se piden más informes de solvencia, contratan seguros ante posibles impagos o consultan el Registro Mercantil para ver las cuentas de la empresa con la que quieren hacer negocios.


Rodríguez afirma que "todos los días se enfrentan a anécdotas curiosas" que demuestran cómo el ingenio y la picaresca se agudizan cuando uno no quiere o no puede pagar. Nos lo explica:


  • Un ejemplo es un señor que vino a la oficina tras recibir una carta con la reclamación y su presencia dejaba mucho que desear: zapatos en mal estado y pantalón sucio era lo que mas llamaba la atención. Comentó que era insolvente y que no podía hacer frente a la deuda. Le dimos un plazo para ver cómo podríamos resolver el asunto. Las posibilidades eran muy pocas. Cuando cerramos al mediodía la oficina, bajó el gerente y el portero le dijo que un señor que salió de nuestra oficina dejó una bolsa en la basura. El gerente se quedó sorprendido cuando en la bolsa vio el pantalón sucio y los zapatos. Dedujimos que se cambió en el portal del edificio para venir a vernos y al salir se cambió de nuevo. Así aparentó que era una persona con pocos recursos.
  • Deudor fallecido. Así lo manifiesta la mujer de un deudor. Después de indagar, lo localizamos sano y trabajando.
  • Llamar a la puerta del deudor para notificar la reclamación y decirnos que el deudor ya no vive en el domicilio. "No es cierto", concluye Rodríguez. El deudor vive ahí.
  • Otro ejemplo clásico: llamar a la puerta del deudor y notificar la deuda. En ese momento, el afectado finge un desmayo.
  • Reunirnos con una deudora. Nos comenta su vida: marido golfo, hija con problemas de droga y prostitución y su hijo en paradero desconocido. La mujer daba pena y hará frente a la deuda muy poco a poco hasta solventar la totalidad. Resulta que una empleada de nuestra empresa es tía de la deudora y al preguntar por este asunto se queda perpleja: la deudora tenía una vida muy cómoda, su marido dispone de varios autocares, la hija estudia en Madrid y el hijo trabaja en Barcelona. La sorpresa fue cuando se lo comentamos a la deudora. Pagó la totalidad sin poner pegas.